Al enfrentarse al desarrollo de la estructura de una novela muchos expertos suelen aconsejar un esquema en que cada escena sea más intensa que la anterior. O sea, planteamiento, nudo y desenlace. Esta configuración, aunque pudiera resultar acertada, peca de ser excesivamente generalista. Es más, seguir al pie de la letra este consejo puede resultar, en muchas ocasiones, contraproducente.
Si se le pregunta a cualquier lector por el tipo de narración que prefiere leer, lo más normal es que responda preferir aquella que le ofrece, descansos, respiros en la lectura. Por este motivo, el armazón planteamiento, nudo y desenlace tan sólo debería ser tomado como una referencia general. En realidad, muchos lectores siempre preferirán leer una narración que, conteniendo una intensidad en aumento, también incluyan descansos entre escena y escena.
Para conseguir este efecto, será importante saber a qué tipo de escena se pueden recurrir a la hora de dar forma a la estructura de una historia. A continuación los más comunes e importantes:
Exposición
Lo normal es que las escenas incluidas en la exposición sirvan para conocer a los personajes y sus vidas. Ayudan al lector a comprender mejor la historia, pero no hay que olvidar que este tipo de escenas frenan mucho la narración. Por lo tanto, hay que aprender a usarlas bien.
Ambientación
Este tipo de escenas permiten dar forma al universo en el que se desarrolla la ficción, al mundo en el que se mueven los personajes. De igual manera que sucedía con las escenas de exposición, abusar de las escenas de ambientación `puede desembocar en el desarrollo de una historia que aburra al lector. En cambio, empleadas con mesura y cuando toca, permitirán dotar de profundidad a la novela. Pueden surgir en cualquier momento.
Causa detonadora
Se trata del momento en el que todo cambia para el personaje protagonista. Es el momento o el instante en el que aparece el problema, el conflicto de la historia. Por ejemplo, en una novela de detectives, el incidente detonador suele ser un asesinato. Sólo hay uno, principal, por historia.
Conflicto
Estamos hablando del elemento fundamental de cualquier historia. En dos palabras, el concepto conflicto alude al choque entre el protagonista y sus fuerzas antagonistas. Lo normal es que aparezca en el primer capítulo o justo cuando arranca la historia.
Puntos de giro
Los puntos de giro son escenas especiales en las que la trama cambia o toma una dirección distinta. Para definirlos de una forma más profana, se trata de esos momentos en los que, como lectores, nos quedamos con la boca abierta, o muy intrigados, por lo que acaba de pasar.
Habrá tantos puntos de giro como actos tenga la obra. Para una estructura clásica –presentación, nudo y desenlace- lo habitual es que haya tres puntos de giro….pero puede haber más.
Escenas de incremento de la tensión
Son escenas en las cuales la acción avanza sin permitir un decaimiento de la línea narrativa. Pueden ir en cualquier parte de la historia.
Escenas de decaimiento de la tensión
En este caso las escenas son utilizadas por el escritor para relajar la tensión de la trama. Pueden ser tanto escenas de resolución, de ambientación…o simplemente escenas en las que la historia avanza pero de manera más relajada. Pueden surgir en cualquier momento.
Escenas de revelación
A mitad de camino entre una escena de incremento de la tensión y un punto de giro, una escena de revelación da al lector la posibilidad de descubrir una información de vital importancia para la trama… y desconocida hasta ese momento.
Clímax
En este caso el protagonista se enfrenta al obstáculo definitivo, el decisivo para la consecución del objetivo. Es la escena más intensa de la historia, tan sólo hay una y siempre va a preceder al desenlace.
Desenlace
Después de superado el clímax, el desenlace –más bajo en intensidad que el clímax- tiene dos razones de ser. O bien explica cosas que quedaron por decir o bien muestra lo que ocurre con los personajes una vez resuelta la trama.